Corrían esos años difíciles de la primer historia de las comunidades iniciales, cuando don Cordero viejo de la Ensenada se hizo muy amigo de Guillermo Cisternas Lobos, ese mozalbete que andaba por ahí vendiendo cosas, sirviendo a la gente y, sobre todo, tratando de aprovecharse del menor descuido para apropiarse de lo ajeno. De la boca de Pancho Cordero salieron estas contadas un poco temerosas pero igual agalludas y sin remilgos, para ir al encuentro de las luces que dejaban cada uno de los actos que emergían de la voluntad del rubio, un rubio de barba bermeja y recortada, mejor conocido como el rubio de la pera, un obrero, un hombre rechoncho y de baja estatura, petiso, membrudo, cuya mejor particularidad, y ya que nadie la tenía en todo el territorio, era lucir una barba rubia oscura, de un color medio anaranjado que a todos llamaba la atención.
La verdadera naturaleza del rubio era la bondad y el desprendimiento, comentario que hizo el buen Pancho de primera fuente, ya que le tocó ayudar a su padre cuando niño en esos entreveros de campo, y lo vio al Guillermo de cerca, incluso le atendió mates y le hizo algunos favores montureros o de fletes por ahí, pero Pancho no nos dice que habló directamente con él ni que estuvo en una situación comunicativa cara a cara, pero qué importancia tiene eso. Una vez que se sintió acosado y perseguido por los achacamientos que los carabineros le hicieron saber, el rubio comenzó a vivir disparado, y cuando una persona, cualquiera sea su condición o las circunstancias que la rodean, anda huyendo, o vive en medio de la filosofía de vida del escape o el disparo, se va convirtiendo mentalmente en un malhechor. Tal vez por eso se transformó, pero no por el motivo de ser él mismo una persona con malos pensamientos o malas acciones para con sus semejantes, tal como lo corrobora Cordero cuando dice que hacía favores a las personas pobres, como la familia Contreras de Lago Barroso a quienes les carneó una vaquilla que no era de él y se las pasó a dejar para ellos, que se sirvan lo que quieran, y de esa manera como agradecimiento, fue capaz de pensar en el sufrimiento de la gente pobre, robarle a un rico y dejar a todos contentos y saciados.
En crónica anterior he abordado con profusión de detalles los delitos que comenzaron a crecer en torno a Guillermo y los diferentes sucesos que le fueron rodeando hasta convertirlo en un fugitivo. También se han querido esbozar los diferentes móviles que el bandolero utilizó para la comisión de sus fechorías y los detalles de sus inverosímiles incidentes, como pasar las fronteras vestido de mujer o encerrar a patrones ricos para robarles animaladas. Cordero asume que dieron orden de aprehensión y muerte con recompensa, aunque cree que no pudo haber sido de esa manera tratándose de un hombre que no cometió más que un par de muertes. Por lo tanto esa propuesta de búsqueda y recompensa de Rubio de la Pera no pasó de ser más que un montaje, ya que un día apareció muerto y alguien cobró una recompensa inexistente, porque todo fue arreglado de tal manera que meses más tarde fue visto en Esquel y también en la Estancia La Nicolasa.
Cuando Vicente Maureria transitaba del Ibáñez con carros y mercaderías, se dio a conocer como enemigo acérrimo del Rubio, en un grado superlativo de inquina y maledicencia. Estando apostado y con campamento en el sector conocido como la Aguada de los Pajaritos, cerca del actual predio de Alberto Saini, antiguo Rancho Grande. Entonces salió a relucir la vez en que Rubio se llevó dos yuntas de bueyes con él a vista y paciencia de Maureria, que dejó pasar el hecho como si nada, preparando una venganza que estaba por llegar. Por ahí se metieron a la escena los cabos de carabineros Aburto y Jaramillo, el primero de los cuales fue asesinado por Rubio en el sector de Aguas Negras. Obviamente Maureria le avisaría a los cabos, pero no pudieron, ya que el rubio permanecía adentro con la viuda y al saber que andaban dos pacos por las afueras, simplemente se afianzó en su propia defensa, disparando a quemarropa y llevando todas las de ganar para su escape, hecho que, a todas luces, es el más comentado por ser la primera vez que un malhechor y prófugo de la justicia asesina a quemarropa a un cabo de carabineros, estando dentro de la casa de una viuda muy conocida en el sector de Cerro La Virgen. Ya llegan nuevos vericuetos teñidos con los rojizos tintes de la muerte, en los tiempos de huellas que no están del todo perdidas.
Gracias Oscar, por tan hermosos relatos de nuestra historia, disfruto inmensamente leerlos
ResponderEliminarUn abrazo