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Bien solas las orejanas

Todo el dolor del mundo - Blog - Casa dos Poetas e das Poesias


Los mensajeros habían encendido sus fogatas más cerca de la pampa, y los últimos bolsones de lana ya iban rumbo al puerto en esos carretones altos de los argentinos, que acompañaban a las comparsas de esquiladores. En el pueblo se respiraba algo extraño, como si una serpiente reptara sola e invisible. Esa noche, en medio de las fogatas de las ruedas escuchó hablar por primera vez de los valijeros y los chasquis. La Zerafina se dejó caer entre las hierbas para aspirar el viento norte que anunciaba otra lluvia. Y pensó que la semana entrante, cuando pasaran los primeros gauchos hacia La Élida, ya tendría que haber quedado embarazada con absoluta seguridad. (Fragmento Cap-I Las orejanas estaban solas, Oscar Aleuy)


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