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Augusto Grosse, el silencio de los tesoros



Su voz emerge taciturna y pausada a través del parlantito de la grabadora antigua. Había nacido el 22 de marzo de 1903 en Bochum, provincia alemana de Westfalia. Hizo estudios de Agronomía en Hersfeld, de agricultura mecanizada en Berlín y cursos de contabilidad y administración. En Holanda se especializó en crianza de ganado bovino.  En 1930, Juan Augusto Grosse viaja a Canadá para realizar estudios de perfeccionamiento. Allí conoce a un matrimonio alemán que había pasado ocho años en Chile. Encantado por los relatos de la pareja, Grosse cambia de planes y parte al Sur con la idea inicial de quedarse un par de años. Una vez en Chile, trabaja en el campo “Aparición de Paine” y luego como directivo en la Hacienda Los Domínicos. En 1932 viaja a una tierra virgen conocida como Aysén integrando la expedición de Max Junge al Valle del Río Cisnes, expedición que busca estudiar las posibilidades camineras y el potencial colonizable. De regreso en Santiago, los ingenieros alemanes Carlos Ludwig y Otto Webel le invitan a crear una colonia en el extremo sur.


Durante dos años y medio, con capital de mis amigos, exploramos hacia el interior buscando caminos. No teníamos proyectado hacerlo pero sucede algo muy especial ya que muchos amigos en Europa nos mandan cartas para apoyarnos y alentarnos a que lo hagamos. Finalmente, decidimos encarar la misión. 
En 1935 se instalan y fundan Puerto Puyuhuapi. En 1936 viaja a Alemania, Suiza, Suecia y Holanda para dar conferencias sobre la región austral e incitar a otros a unirse a la aventura. Sin embargo, la atención de los europeos estaba en la próxima guerra ad portas, lo que le impide entusiasmar a un gran número de personas. De regreso en el país, el Ministerio de Obras Públicas lo contrata como explorador para la colonización de Aysén. Durante 31 años se dedica a explorar la desconocida región, “mi tierra”, como gustaba decir. En 1953 contrae matrimonio con Ilse Werner y recién diez años más tarde abandona las excursiones porque así lo requería la educación de su hijo, retornando a Santiago.
Formamos con nuestro grupo de colonos lo que se llama una cohesión. Nos costó llegar a Chile, pero llegamos y trabajamos duro. No había nada más que hacer que eso. Debíamos levantar un pueblo, organizarlo, echarlo a andar, enseñarles a los colonos todo lo necesario para la subsistencia. Es difícil subsistir en Aysén sabe? No es lo mismo esto que una región organizada y comunicada. Aquí estamos en una isla. Esto es una isla, a la que nadie acude a ayudarlo a uno.

Ya instalado en la tumultuosa capital, el aventurero Grosse no opta por quedarse tranquilo: vuelve a su tierra prometida para realizar informes fotográficos de todas las obras de vialidad que esa cartera ejecuta. Viaja periódicamente a Aysén donde sus años no eran impedimento para las excursiones. En plena discusión del trazado del Camino Longitudinal Austral con sus 77 años a cuestas, lo cruzamos por la densa selva del Queulat a través de una pequeña senda abierta por la empresa. “Si pasaba él en estas condiciones, también tendrían que hacerlo los ministros para asegurar la realización de la vía considerada imposible por muchos escépticos”, como relató en 1997 el senador por la región Antonio Horvath, su último compañero de aventuras por varios años.
“Desde 1932, cuando, por primera vez, tuve la oportunidad de contemplar el gigantesco ventisquero de San Rafael, ansiaba poder escalar desde su ribera norte, para caminar sobre el hielo continental que fluye del glaciar”.
            Gracias a su trabajo, muchos inversionistas, turistas y futuros colonos conocieron y se interesaron en Aysén, motivándose a publicar los diarios de viajes que dan testimonio del nacimiento de la región.
“Juan Augusto Grosse se adentró por ríos y cañadones, atravesó la tupida selva húmeda, tramontó escarpadas montañas, se aventuró en rústica embarcación ––un tronco ahuecado por sus hacheros chilotes–– a través de lagos y corrientes”, escribe el abogado Helmut Brunner. En 1955 publica su libro Visión de Aysén, donde relata sus primeras expediciones, libro que nos regala y nos autografía. El 84 continúa con otro texto impreso de sus exploraciones, Visión histórica y colonización de la Patagonia Occidental, y en 1990 aparece Expediciones en la Patagonia Occidental hacia la Carretera Austral, diario de viaje con catorce expediciones entre 1940 y 1958. Grosse, además, crea un importante y copioso archivo visual que, junto con dar cuenta de las obras públicas, documenta el lento y esforzado proceso de colonización en la región undécima. Es también el primero en tomar fotografías del patrio huemul, concitando la preocupación de las autoridades por la conservación del ciervo andino.
Abrimos selvas a machete junto con nuestros colonizadores chilotes, que eran fantásticos trabajadores. Levantamos casas, galpones, construimos huertas, nos concentramos en el mar, criamos colonias de animales, trajimos maquinaria para tantas cosas, había buenos contactos con nuestra patria, Checoslovaquia”.
Juan Augusto Grosse es considerado como autor intelectual de todas las rutas camineras que existen en la región de Aysén, incluida la Carretera Austral. En su primer libro, agradece y pide “que estas exploraciones se prosigan y que sus informes sirvan en forma positiva para las nuevas obras camineras que el excelentísimo señor Presidente de la República ha prometido a los esforzados habitantes de Aysén”. En 1982 el gobierno de Chile condecora al explorador por servicios distinguidos y el gobierno de la entonces Alemania Federal lo inviste con la Orden al Mérito Primera Clase. Además, es declarado Hijo Ilustre de las ciudades de Coyhaique y Puerto Aysén.

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